jueves, 30 de octubre de 2008

Llueve


Afuera llueve,
Gotitas de agua en los cristales.
Adentro también llueve,
Gotitas de sudor en los cristales.

Un relámpago en el firmamento,
Nubes penetradas por sus raíces.
Un relámpago en tus adentros
Piel penetrada por mis raíces.

Una batalla en negro empíreo
Lleva fertilidad al suelo.
Una batalla de fuego y sexo
Lleva suspiros al cielo.

La luna rozando la lluvia por envidia
le roba algo de humedad y esencia.
La lengua rozando la humedad de tu vida
le regala lluvia, éxtasis y mi presencia.

Afuera la noche se agiganta
Y provoca la luz de los astros.
Adentro un gemido se atraganta
Y provoca el mejor de los orgasmos.

Afuera y dentro llueve.

viernes, 24 de octubre de 2008

Necesidad Inconfesable


Era una noche de luna llena, de un tiempo cualquiera.
En una ciudad costera, de cualquier lugar del planeta.
Caminaba por la orilla del mar, dejando huellas en la arena
totalmente concentrada en analizar mi existencia.
No veía la tormenta que desde el mar se acercaba,
solo cavilaba ensimismada.

No hubiera sido capaz de evitar el encuentro…

Nos topamos de improviso.
Quise huir pero quedé aturdida por un momento.

Luego ya fue tarde…
Perdí mi conciencia en tu mirada…
Todo quedó estático, se detuvo el tiempo…
Solo se escuchaba el rumor de las olas,
el envolvente sonido que hacen
cuando llegan a la playa y lamen sus costas.

Y a lo lejos la tormenta se acercaba…

Quise alejarme… preservarte…
No me dejaste…
Las negras nubes ocultaron la luna,
desde el mar nos envolvió la bruma…

Y llegó aquello que más temía…

Brotó en mí esa necesidad apremiante, inconfesable…
esa necesidad con la que vivo desde que tengo memoria.

Ese cosquilleo conocido inició su recorrido
desde mis extremidades hasta el centro de mi ser.
Se sensibilizaron las yemas de mis dedos….
Mis manos se crisparon por la necesidad de tocarte…
La tensión en el cuerpo…
inclinado imperceptiblemente hacia adelante…
La boca totalmente seca…
Una sed irresistible…
La necesidad de contenerme, de no hacerte daño…

Sentí un puño de hierro presionando mi pecho.
Fuego en la garganta, por no poder decirte que te fueras.
La noche cada vez más oscura…
Todo se conjugó para que fuera inevitable…

En ese momento me abrazaste…
Te rodee con mis brazos,
clavé mis uñas en tu espalda…
Inspiraste profundamente en mis labios.
Mi cuerpo vibró de forma incontrolable.

Ya era tarde…
Me entregué a los placeres de la carne…
Arañé tu piel, se humedecieron mis dedos…
Separé mi boca de tus labios…
Clavé mis dientes en tu cuello.
Rasgué la carne…
Inundé mi cuerpo con el sabor metálico de tu sangre…

sábado, 18 de octubre de 2008

Siluetas que aman


Siendo sombras en tálamo de fuego,
los cuerpos arden y los rostro brillan.

La lujuria atraviesa el aire
y se instala en las sábanas.

Los dedos trenzan las carnes,
y la miel se esparce en el cielo.

Sus bellos frutos son arte,
en el jardín de los deseos.

Silentes de miradas,
ciegos de palabras,
con la respiración en sus brasas
y con suspiros en las entrañas.

Irreparablemente desnudos como el agua,
las caricias se abren paso en las siluetas que se aman.

Una sensual oración de amor


El poder del mar en ondas y cristales, que les vi nacer mientras la alfombra cobijaba mis pensamientos y un escurrimiento de plata tocaba mis pupilas, el algodón y el crepúsculo ya me habían extasiado y ahora a punto del sopor levitaba en el horizonte oceánico. La cintura de una ola se tatuo en mis brazos y mirtos de amor pululaban mis sueños. Fue entonces que el maquillaje de una caricia purpúrea se acercó a mi pecho y encendió mi voluntad. El agua con su gala marina, la noche con su atuendo místico y la luna in crescendo me trajeron la imagen del sueño y toqué su interior. Las perlas en su voz, la blancura en sus senos desnudos, la muralla en su vientre y las torres en que andaba eclipsaron mi ser; entonces, desde la sinuosidad de su cuerpo, se extendieron sus brazos a mí y me tomaron en sus manos para izarme al cielo; me llevaron a recoger las guirnaldas que germinaban en las estrellas y que en su gracia y beldad, peregrinas del tiempo y la distancia orlaban sus plegarias y descuellaban en su falta de pudor, en el cúmulo dorado de su amor que por mi solicitaba.
Pedía al firmamento lo mismo que yo...un amor eterno.

Desde entonces hacemos un coro de aire, fuego y agua ...una oración de amor.

viernes, 10 de octubre de 2008

Cuando nos tocamos


Vibra la piel deshojándose en pétalos,
al roce sutil del aleteo de una mariposa,
que en caricia atrevida en ellos se posa.
Florece el capullo de corazón lúbrico,
fluyen cascadas de néctar impúdico.

Cuando nuestros ojos tocan
Se hace carne la mirada, las pupilas se encienden
diseminando lágrimas cual gotas de plata.
Se hace pulso el deseo, fluctúan los cuerpos,
se quiebra el silencio en gemidos sin tiempo.

Cuando nuestras manos tocan
Se hacen camino abriendo el espacio,
gimen los cuerpos en suspiros salados.
Se convierte el roce en hipnótico tacto.

Cuando nuestras bocas tocan
Bailan las lenguas al compás de la aguas
derramando miel blanca entre las sábanas.
Se humedece la piel, se desboca el alma,
se entreabren los labios sedientos de miel.

Y…
cuando nuestras sombras se tocan…
Se detiene el movimiento por un breve instante,
se acelera al siguiente… se vuelve oscilante,
hasta diluirse juntas en manantiales
de sexo llameante.



"Cuando nos tocamos,
la boca se hace agua
lo mismo que los sexos
y se ansía la comunión del pecho,
la ondulación del cuerpo,
la suavidad del tacto,
la erección de los miembros.

Cuando nos tocamos,
las miradas compiten,
los ombligos se inundan,
los muslos se engullen
y las pulsaciones se dilatan;
las nubes se desparraman
y los ángeles eróticos nos envidian.

Cuando nos tocamos,
las palabras callan,
los gemidos aparecen
y los órganos copulan,
retienen el estruendo,
persisten…. y de pronto,
descansan…retozan en caricias,
en besos, en silencios, en sonrisas,
vuelven a ejercitar mil poses,
mil maneras de entregarse en roces
en compases,
en penetraciones inventadas
y cien maneras de entretener las aguas,
los derrames,
los manantiales y erupciones.

Cuando nos tocamos,
el fuego aparece,
la sed nos estremece,
los estertores enmudecen
y los sudores más excitan;
ha llegado el momento
de intercambiar esencias,
encender la mecha
y dejar que fluyan y se mezclen
toda la carga de fluidos genitales.

Cuando nos tocamos,
aún nuestras sombras llegan al éxtasis
y se empapan con nuestras mieles
Me gustaría que al menos ...tres veces
por hora...fuera así."




Letra a dúo entre Luna&Silence

jueves, 2 de octubre de 2008

Cuando te toco


Cuando te toco...

Preso...
Exacto...
Hago, deshago, mojo y sofoco.

Cuando te tocan mis ojos:

Tenue, lascivo, cuerdo y loco;
emerges, sudas, te estremeces
y hasta tus cejas desvaneces…

Y si tocan mis dedos,
mis manos,
mis brazos:

Nos perdemos,
oscilamos;
al tocar
te devoro,
y explotamos.

Y cuando el tacto viene desde mi sombra:

Tu piel mengua,
en lujuria languidece,
tarda un poco…
Se acostumbra,
y finalmente…
Si con mi sombra toco…
Hasta tu sombra se humedece.